Sierra de Gata, donde Cáceres se asoma a Portugal
En muchos de los veinte municipios que comprende la Sierra de Gata perviven casas palacio, iglesias de piedra y construcciones con reminiscencias mudéjares, una arquitectura por la que han sido declarados Bienes Culturales.
La comarca limita por el norte con la provincia de Salamanca y se asoma al oeste a Portugal con sus extensas masas de roble melojo, mezclado con otras especies, como la encina y el castaño y, en menor medida, el alcornoque, todo ello entremezclado con otras plantas abundantes, como las jaras y los madroños.
Una pequeña muestra de la riqueza vegetal de la zona de la Sierra de Gata cacereña. Foto: Diego Caballo
El cultivo más extendido es el olivar, que ocupa unas 14.000 hectáreas de superficie y en las zonas más altas tienen refugio el lobo ibérico y el lince o gato montés, además de existir importantes enclaves del buitre negro, la presencia de la cigüeña negra y algún nido de águila real.
Pueblos pintorescos en la Sierra de Gata
Una ruta interesante puede comenzar por Trevejo, una pequeña aldea y lugar mágico, cuyo castillo del siglo XII contempla cómo sus escasos vecinos aún se resisten a la modernidad. Su arquitectura forma uno de los conjuntos históricos más bellos de la zona, donde podemos contemplar la belleza natural que siglos atrás vieron musulmanes y cristianos.
Visitar Robledillo de Gata, declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de Conjunto Histórico, es obligatorio. Su iglesia, del siglo XVI, sus calles angostas y empinadas, algunas de las cuales transcurren bajo pasadizos o casas voladas que forman pequeños túneles, producen un efecto de luces y sombras.
La localidad presume de una construcción de adobe, madera y pizarra, a lo que hay que sumar el encanto de la naturaleza y abundante agua que la rodea, así como su museo del Aceite Molino del Medio.
Pasear por los pueblos de la Sierra de Gata de Cáceres es volver al pasado. En la imagen un lugareño paseando por una de sus calles empedradas. Foto: Diego Caballo.
San Martín de Trevejo, declarado Bien de Interés Cultural, atesora numerosos monumentos y conserva y defiende su propia lengua, A Fala. Establecimientos como la Boiga du Viñu, bodega convertida en atractivo turístico, nos hacen retrotraernos al pasado, sobre todo oyéndoles hablar este dialecto.
También cuenta la localidad con una impresionante almazara: As Pontis, la mejor de España en 2017, que le han llevado a conseguir 192 premios internacionales en las últimas campañas y a desarrollar un incipiente óleo-turismo
Enorme riqueza gastronómica
Los productos gastronómicos utilizados en la zona son minoritarios y procedentes de una agricultura de autoconsumo, lo cual potencia su riqueza, entre la que destacan sus quesos artesanos, fundamentalmente de cabra; la miel de brezo, tomillo, roble o encina; a lo que se suman las castañas, higos secos, nueces, membrillos y las naranjas, con las que elaboran magnificas ensaladas combinadas con bacalao, y el imprescindible aceite de oliva virgen extra.
Su cocina recibe la influencia de la cercana Portugal con el uso del bacalao desalado en todas sus variedades, sin olvidar su riqueza micológica, además de productos de caza, pesca y los derivados de la matanza.
Platos típicos son los pastoriles, como la sopa de tomate, el gazpacho, las migas extremeñas o el esparragau de patata y berza, además de los pucheros típicos de zonas serranas como judías o patatas con arroz y bacalao, o la clásica y muy extremeña caldereta de cabrito o cordero.
Como curiosidad, cabe destacar que una empresa de la zona cría la vaca de wagyu, de origen nipón, como si de un cerdo ibérico se tratara. Se les da como alimento básico en la dehesa las bellotas, además de las hierbas y pastos.
En la zona una empresa ha introducido la cría la vaca de wagyu -en la imagen-, de origen nipón, como si de un cerdo ibérico se tratara. Se les da como alimento básico en la dehesa las bellotas, además de las hierbas y pastos.Foto: Diego Caballo
Tras el cruce de esos animales con otros de diferentes razas autóctonas, principalmente con la cachena gallega, y un largo proceso de investigación, la empresa que las cría saca al mercado productos, que incluyen chorizo, salchichón, panceta… y, fundamentalmente, la pata (jamón), de un sabor más suave que el jamón de cerdo ibérico de bellota, con notable salida en el mercado.
Para unir los platos, según nos indica el bodeguero Daniel González, viene siempre bien un vino a base de uva piñuelo (parecida a la garnacha) que se da en la zona.
La Sierra de Gata extremeña es un lugar en el que también se crían caballos de pura raza española y de otras razas y mezclas, dóciles y bellos, que nos permite alquilarlos para hacer recorridos ecuestres por la zona.
También se pueden recorrer estas localidades con automóviles cuatro por cuatro con una ruta que se inicia en la localidad de Acebo, y se va ascendiendo por la sierra de Jálama hasta alcanzar los 1.200 metros de altitud.
Un dialecto único: As Falas
A fala, Las falas, Xalimés… son varias las formas de nombrar este dialecto, patrimonio inmaterial declarado Bien de Interés Cultural, que conforma un “idioma” propio, cruce de astur-galaico-portugués y que permanece vivo en esta zona gracias al uso familiar y que se habla en “os tres lugaris”: Eljas (As Ellas), donde se habla el lagarteiru; en San Martín (Sa Martín de Trevellu), el meñegu; y en Valverde (Valverdi du Fresno), el valverdeiru.
Los dialectos de la zona no dejan de mostrarse por cualquier lugar. En la imagen el cartel de anuncio de uno de los pocos restaurantes de la zona de la Sierra de Gata. Foto: Diego Caballo
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