Hondarribia, 50 años de Parador, 10 siglos de castillo
El Parador de Hondarribia, que fue inaugurado en 1968, tiene algunas características singulares como estar ubicado en la misma frontera entre España y Francia o que el encargado del proyecto, el arquitecto Manuel Sainz de Vicuña, decidió dejar sin intervención una parte de la obra con el original objetivo de mantener el romanticismo de la ruina.
El establecimiento, a solo 18 kilómetros de San Sebastián, se encuentra en la Casa-Fuerte de Carlos V y por él pasaron los Reyes Católicos, el emperador Carlos, Felipe IV y Felipe V o incluso Velázquez cuando, siendo aposentador real, lo preparó como residencia temporal del rey durante una importante conferencia internacional en el siglo XVII.
Una fortaleza en la frontera
Alojarse aquí es vivir en una auténtica fortaleza medieval, descender por escaleras de piedra, entre recios muros y regio mobiliario. Destaca la piedra inmensa y desnuda que enmarca el patio, coronada por espacios adornados con arcos, forjados y artesonados.Las vistas desde algunas habitaciones y desde la terraza sobre la costa francesa y el mar Cantábrico completan la belleza del lugar.
Una de las estancias del Parador de Hondarribia, en Guipúzcoa. Foto: Efetur/Cedida por Paradores.
Construido a finales del siglo X por Don Sancho Abarca de Navarra, el castillo de Hondarribia siempre cumplió una importante función militar y defensiva sobre el río Bidasoa. De ahí su característica arquitectura, pues el castillo es una gran mole de sillería maciza, de gran altura y sin apenas huecos, cubierta por una gran bóveda de cañón corrido también de piedra.
Ha sido escenario de importantes episodios y ha acogido a huéspedes regios, pero tras las guerras de 1794 y 1808 el castillo estaba en pésimo estado. De propiedad privada y para evitar que pasara a manos extranjeras, el ayuntamiento lo compró cuando comenzaba el siglo XX.
Posteriormente, en 1959, se sometió a una importante reforma para alojar una exposición internacional y se construyeron dos entreplantas en el cuerpo principal.
Imagen del aspecto del edificio del Parador de Hondarribia hace algunas décadas. La antigüedad de la imagen la acredita la matrícula del vehículo estacionado en la puerta. Foto: Efetur/Cedida por Paradores.
Hondarribia y su Parador
Diez años después, el castillo se adaptó para convertirse en Parador proyectando un vestíbulo y un bar en la planta baja y dos salones en la planta superior, abiertos a la gran nave abovedada.El exterior también se modificó, ya que delante del cubo principal y mirando a la ría existían restos de edificaciones ocultas y ruinosas como polvorines o la primitiva residencia del gobernador que se transformaron para alojar las habitaciones.
Una de las características más destacadas del Parador de Hondarribia es su importante colección artística, entre la que destacan los tapices diseñados por Rubens entre 1630 y 1635.
Se trata de una serie compuesta por ocho escenas bajo el tema de la Historia de Aquiles, de las cuales el parador exhibe seis de su serie prínceps: Tetis sumergiendo a Aquiles en el río Éstige, La educación de Aquiles, Aquiles descubierto, La cólera de Aquiles, La devolución de Briseida, y La muerte de Aquiles.
Detalle del interior del Parador de Hondarribia desde donde se ve el patio. Foto: Efetur/Cedida por Paradores
Hondarribia aún conserva algunos restos de su muralla, la que le servía para protegerse de los peligros que pudieran llegar del mar y que guarda dentro de ella su casco histórico. Pasear por las calles empedradas de este recinto es uno de esos placeres que se recuerdan siempre.
Extramuros encontramos las coloridas casas de una villa marinera que nos ofrece bonitas vistas al Cantábrico. El barrio de la Marina es quizá la zona más animada, con sus bares y restaurantes en los que degustar la inimitable gastronomía vasca y disfrutar de sus pintxos.
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