Omán, el gran desconocido del Golfo Pérsico
La capital de Omán, Mascate, se ha desarrollado en horizontal a lo largo de 50 kilómetros de costa con construcciones de estilo islámico de color blanco, que contrastan con las imponentes montañas Hayar a sus espaldas. Es otra de las características que diferencian este destino de otros países de su entorno, que tienen en los rascacielos de hierro y cristal su sello de identidad.
El núcleo original de la ciudad, capital desde 1793 y cuyo nombre hace referencia a que se encuentra “caída” entre las montañas, todavía conserva dos fuertes erigidos por los portugueses junto al mar, durante el periodo en el que dominaron las costas omaníes entre principios del siglo XVI y mediados del siglo XVII.
Palacio real y Ciudad vieja
Los puertos de la ciudad siempre fueron codiciados por los que querían controlar esta importante ruta comercial, gracias a su posición estratégica entre África y Oriente, principalmente la India.
En el Museo Nacional, ubicado en el casco antiguo, se puede ver, tocar e incluso oler la historia de Omán, donde la primera civilización apareció en el año 3.100 antes de Cristo y floreció a partir del año 1.300, gracias al descubrimiento del incienso, producto que era exportado al resto del mundo.
En ese museo hay una amplia colección de armas y otros artefactos de todas las épocas, pero quizá lo más destacable sea un puñado de ese incienso, así como el árbol del que se extrae o reproducciones de los barcos que se empleaban para transportarlo.
En la galería del periodo actual se presta especial atención a la figura del sultán Qabús bin Said, cuya dinastía ha reinado desde mediados del siglo XVIII.
A poca distancia se encuentra el Palacio Real, construido en 1972, justo dos años después de que Qabús accediera al trono tras derrocar a su padre, Said bin Taimur, en un golpe palaciego no sangriento. El edificio, de estilo asiático con toques de arquitectura comunista, continúa siendo la residencia oficial del mandatario.
En la bahía a la que asoma la Ciudad Vieja, se encuentra anclado el barco tradicional de madera (dhow) del sultán Qabús, que pasa un poco desapercibido al lado de los grandes y modernos buques de mercancías y petroleros.
En el paseo marítimo de Mutrah, que desde el casco antiguo se dirige a la capital moderna, todavía se pueden ver algunas casas tradicionales con balcones de madera y el zoco que lleva el mismo nombre, donde se pueden adquirir los puñales y los pañuelos tradicionales omaníes, que los hombres llevan enrollados en la cabeza a modo de turbante.
Los vendedores, procedentes en su mayoría de países asiáticos como la India, se afanan en vender los productos más típicos -también procedentes de la India o Bangladesh- a los pocos grupos de visitantes extranjeros que se ven en el centro de Mascate.
Fortalezas históricas y moderna Ópera
Omán basa su oferta en la naturaleza, con montañas, valles y cañones, reservas naturales, islas y playas paradisíacas, lagos y bosques, además del desierto.
En cuanto al patrimonio histórico, Omán quiere rehabilitar y explotar sus múltiples castillos y fortalezas y, desde 2014, recibe el asesoramiento del español Paradores de Turismo para importar ese modelo que, de momento, se está aplicando en el fuerte de Nizwa, del siglo XVII y el más grande de la Península Arábiga, ubicado en las montañas Verdes, en el interior del país, según fuentes del Ministerio de Turismo.
El sultanato también aspira a ser un centro cultural destacado del golfo Pérsico y la Casa Real de la Ópera, inaugurada en 2011 y la primera de la región, es muestra de ello.
Creada por expreso deseo del sultán, se ubica en un gran complejo de 80.000 metros cuadrados y recrea la forma de un fuerte omaní por fuera, mientras que en su interior está dotada de todos los lujos y los mejores estándares artísticos, como el segundo órgano movible más grande del mundo y un escenario de ocho niveles.
La Gran Mezquita del Sultán Qabús, inaugurada en 2001, es otra “joya” de la corona de obligada visita por sus amplios y cuidados jardines y patios, y su lujosa decoración, así como una gran lámpara de ocho toneladas compuesta por más de 1.100 piezas de cristales de Swarovski, que cuelga en la sala de oración principal.
Los clérigos reciben a los turistas en un centro de visitantes con una taza del típico café omaní, dátiles y “halua” (gelatina de azúcar, especias y frutos secos).
Predican un islam “moderado y tolerante”, según insisten las autoridades, el que se practica en Omán, basado en la tradición ibadí, una rama que cuenta con pocos seguidores en el mundo, aunque representa cerca de la mitad de la población en el país, y cuyo origen se remonta a los orígenes de esta fe.
Omán quiere turistas responsables
Una pareja de turistas recién llegada explica a Efe que ha venido a Omán por casualidad, tras encontrar una buena oferta, que incluía buceo y visitas a varios lugares del país, además de a la capital.
“No sabíamos casi nada de Omán, sólo donde está situado en el mapa y poco más”, admite Jana, que junto a su novio asegura tener ganas de conocer este país del extremo suroriental de la Península Arábiga.
Omán es consciente de que no es uno de los destinos turísticos más populares o atractivos, pero las autoridades aseguran que no buscan la cantidad sino la calidad, atrayendo a turistas “responsables” que cuiden del patrimonio omaní.
En 2016, más de tres millones de personas visitaron Omán, la mayoría, europeos, sobre todo británicos y alemanes, pero están empezando a abrirse a otros mercados, como Rusia y China, y el Ministerio de Turismo prevé alcanzar los 11.000.000 de visitantes en 2040.
Jardines de la Gran Mezquita del Sultán Qabús, en las afueras de Mascate. Foto: Francesca Cicardi.
El objetivo del Departamento es que el turismo represente el 10% del PIB en 2040, genere 500.000 puestos de trabajo y 19.000 millones de riales (más de 40.000 millones de dólares), y se convierta en uno de los pilares de la economía, para que no esté basada exclusivamente en los hidrocarburos, de los que Omán tampoco posee enormes reservas.
“Omán tiene muchas cosas que ofrecer. Tenemos el desierto, la cultura, la naturaleza, un entorno seguro, tenemos historia y la gente de Omán con su gran sonrisa, ofrecemos una enorme hospitalidad”, declara a Efe el Ministro de Turismo, Ahmed bin Naser al Mahrizi.
Asimismo, destaca que su estrategia no es competir con Emiratos Árabes Unidos, sino ser un destino “complementario”, aunque las autoridades no esconden el orgullo por la historia y tradición de Omán, que le diferencia de sus jóvenes vecinos que se han convertido en un destino destacado para el turismo de lujo.