Cultura y gastronomía, el maridaje perfecto en Lima
Con esa receta, la capital peruana busca multiplicar su creciente turismo de congresos y reuniones, y dejar de ser un lugar de paso para quienes llegan con la fijación de marcharse cuanto antes a Cuzco para visitar Machu Picchu.
En Lima, se puede encontrar una de las mayores concentraciones de restaurantes de alta cocina de la región, como para quedarse varios días saboreando sus creaciones.
Allí está Astrid y Gastón, dentro de la señorial y palaciega Casa Moreyra, “la Meca” del “boom” de la alta cocina peruana, desde cuyos fogones el reputado chef Gastón Acurio lanzó la gastronomía de Perú a los ojos del mundo.
Muy cerca están otros destacados restaurantes como Malabar, de Pedro Miguel Schiaffino; Hanzo, a cargo de Hajime Kasuga; Maras, de Rafael Piqueras; y el 1087 Bistro, del joven chef Palmiro Ocampo, líder de una nueva hornada de cocineros denominada Generación con causa, concienciados con una cocina sostenible.
Con esencia propia
“Somos parecidos, pero tenemos cosas muy distintas. Para diferenciarnos hay que ser auténticos y buscar nuestra propia esencia”, comentó Ocampo a Efe.
Sin pasar por Alto Central, de Virgilio Martínez, y Maido, de Mitsuharu Tsumura, clasificados actualmente como quinto y octavo mejores restaurantes del mundo en el ránking de la revista británica Restaurant, existen otros lugares con una propuesta más tradicional en la que reúnen música, comida y mucha historia.
Es el caso de las peñas, locales donde los platos criollos se comen acompañados de la música interpretada por las guitarras y los cajones peruanos.
Más íntimo es el restaurante de la Huaca Pucllana, al costado de las ruinas de uno de los cerca de 400 sitios arqueológicos de las numerosas civilizaciones prehispánicas que habitaron estas tierras, y donde los incas solo fueron una de ellas.
Entre los restaurantes y las huacas están las calles, tabernas y parques que inspiraron las historias de los escritores más célebres de la literatura peruana, como Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro o Alfredo Bryce Echenique, cuya riqueza literaria se puede apreciar en todo su esplendor en la Feria Internacional del Libro (FIL).
La FIL, que celebra estos días su vigésimo segunda edición, hasta el 6 de agosto, exhibe unos 190.000 títulos y reúne a más de 70 escritores de dieciocho países, y en su primer día acudió Gastón Acurio, cuyos libros de gastronomía también están presentes.
“Es una gran oportunidad para que Lima muestre al mundo su capacidad de hacer ferias de gran calidad, porque no solo puede ofrecer gastronomía sino muchas cosas más”, aseguró Acurio.
El presidente de la Cámara Peruana del Libro, Germán Coronado, cuya institución organiza la feria, afirmó a Efe que espera bordear los 500.000 visitantes, similar a la feria gastronómica Mistura, la mayor de su tipo en Latinoamérica, porque el peruano “saca pecho cuando escucha el nombre del poeta César Vallejo”, tanto como cuando come un ceviche.
No es la única feria literaria de Lima: en noviembre está la Feria del Libro Ricardo Palma, que aunque más pequeña, es la más antigua de Perú, con 37 años.
En coincidencia con la FIL también se hará el Festival de Cine de Lima, del 4 al 12 de agosto, donde se exhibirán más de 300 películas nacionales y extranjeras.
Es solo uno de los numerosos festivales cinematográficos de Lima, pues también hay un encuentro de cine independiente, otro con películas de Europa del Este y el OutFest, de temática gay.
Muchas de estas actividades se celebran en el centro histórico de Lima, catalogado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, por su mezcla de construcciones prehispánicas, coloniales y republicanas, entre ellos muchos espacios culturales y museos, como el Museo de Arte de Lima (MALI).
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