#España: Cómo ser un perfecto ´festivalero’


Gerardo Cartón, fundador del programa de radio Pop Goes Art y vinculado a la música desde los trece años, describe en una entrevista con Efetur las claves de su libro Manual del perfecto festivalero -escrito junto al periodista Jorge Obón-. Con humor y entusiasmo, el autor nos desvela las curiosidades y secretos que giran en torno a “algunos de los festivales más importantes del mundo” y nos descubre las claves para ser un perfecto festivalero.

“El perfecto festivalero es el que abre y cierra el festival todos los días”

¿Cómo es el perfecto festivalero?

La primera clave es tener una capacidad de aguante casi sobrehumana. El perfecto festivalero es el que abre y cierra el festival todos los días y lo hace con una gran predisposición, súper positivo, siendo la alegría de la huerta. Estas son las dos condiciones principales, el aguante y poder mantener ese positivismo durante todo el festival pase lo que pase -que uno se emborrache, que el otro se pierda…- porque el perfecto es el que crea esa armonía dentro del festival para que todo vaya de “puta madre”. Es un poco como el capitán de un barco, aunque haya un naufragio es el que mantiene el tipo y traslada el mensaje de “todo va guay chavales, no pasa nada”.

“Los libros de música se han vuelto muy doctos, muy académicos, muy de negocio musical”

En líneas generales, ¿qué se puede encontrar el lector al sumergirse en el “Manual del perfecto festivalero”?

Es un excelente resumen de los festivales de este país –los 10 más representativos– y ofrece un pequeño resumen de los que, a mi entender, son los mejores festivales internacionales, los más grandes. Para el que ya los conoce es un poco como hacer un máster y para el que no es muy festivalero esto es la guía definitiva, porque al leer el libro te haces una idea del festival al que irías por primera vez. Quería hacer unas memorias de festivales porque he ido a una media de 15 festivales al año y se trata de un resumen de todas mis vivencias y anécdotas. Tenía tantas que contar que parecía el abuelo cebolleta.

Portada "Manual de perfecto festivalero". Foto. Cedida por Gerardo Cartón

Portada “Manual de perfecto festivalero”. Foto. Cedida por Gerardo Cartón

Hace mucho tiempo que no se escribe un libro de música con este espíritu de cachondeo y rock and roll de antes, los libros de música se han vuelto muy doctos, muy académicos, muy de negocio musical. Me apetecía hacer una gamberrada. Está muy bien porque tiene todo el conocimiento de una guía pero se lee como una novela o como un ensayo. La gente que se ha leído el libro dice que se lo devora.

En el libro se citan 16 festivales, ¿en base a qué criterios han sido seleccionados?

De los cerca de 1.500 festivales que hay en todo el mundo, considero que estos son los más representativos y en los que más vivencias he tenido. Para poder opinar, me plantee que no saliese en el libro ningún festival al que no hubiese ido al menos tres veces.

“Este libro pretende ser la Guía Michelin de los festivales”

Este libro pretende ser la Guía Michelin de los festivales. Queremos sacarla cada año, actualizar los cinco primeros festivales -en cuanto a puntuación- y nombrar otros diez más. Por eso, me he dejado algunos festivales importantes en la recámara.

¿Qué información práctica se da de cada uno de ellos?

Se cuenta la historia de cada festival -cuándo empezó, cómo, la evolución que ha tenido…- y le ponemos nota en 10 categorías (localización, sonido, comodidad, cartel, precio, etc). Al final de cada capítulo tenemos lo que se llaman “las páginas amarillas” con datos de cómo llegar, teléfonos de emergencias, alojamiento, mejores restaurantes…

“Me gustaría que los festivales se inspiraran en esta guía”

Esto no sólo lo hemos hecho para el público sino que también me gustaría que los festivales se inspiraran en esta guía. Al ver su festival comparado con 15 más pueden inspirarse mucho porque obviamente hay cosas que mejorar, todo en la vida se puede mejorar.

En el libro se dan consejos sobre alimentación, sueño, avituallamiento… ¿Cuál es el mensaje clave?

Enseñamos a los festivaleros a comer sin comer, a dormir sin dormir…. Hay que dormir aunque no tengas sueño, aunque sea una siesta de dos o tres horas. Es obligatorio hacer un break entre el ayer y el mañana, porque si no al final te da una “pájara”. Con la comida tres cuartos de lo mismo, hay que comer aunque no tengas hambre, aunque sea yogur, humus o preparados energéticos. Estás dos reglas son básicas. La gente en los festivales cree que puede aguantar hasta el final, a muerte durante tres días, pero no disfrutan tanto. Dormir 3 o 4 horas al día y hacer, al menos, dos comidas equilibradas te arregla el festival y te ayuda a disfrutarlo más.

Concierto de Russian Red, en la jornada de apertura del FIB. Foto: EFE/Domenech Castelló

Concierto de Russian Red, en la jornada de apertura del FIB. Foto: EFE/Domenech Castelló

En la vida la gente tiene que ser capaz de aceptar los finales y pensar “oye tío, que la noche se acaba y mañana habrá otra, relájate”. Sé que esto es difícil, y más en un festival, porque la gente se engorila muchísimo, pero siempre tiene que haber un Pepito Grillo que diga: “oye aquí hay que parar, se va uno a comer, a dormir y se vuelve a empezar”.

La peor parte de un festival quizás es eso, que la gente no sabe dónde frenar…

Sí, sobre todo la gente más joven o la que no está acostumbrada a ir a festivales. Esto yo lo he visto de todos los colores, y como sean ingleses o hooligans ya ni te cuento. Ahí directamente ya los ves tirados por los suelos, catatónicos.

“Hablo de un equilibrio, no de que se comporten como una hermanita de la caridad”

A mí lo que más me gustaría que llegara de mi libro es precisamente esto, que la gente pillara este consejo y pensara “joé, tiene razón”. Cuando lo escribí pensé: “igual me ha quedado un poco paternalista”. Pero no, porque yo en el fondo de lo que estoy hablando es de un equilibrio, no de que te comportes como una hermanita de la caridad. Yo creo que en el festival y en la vida hay tiempo para todo, y esas retiradas a tiempo son grandes victorias.

Se habla en el libro del “kit esencial del perfecto festivalero”, ¿qué no puede faltar en la maleta de un festivalero?

Si hablamos de festival de invierno, no puede faltar un chubasquero y una muda para cambiarte -calcetines y ropa interior-. En el kit de verano, crema solar y algo para refrescarte la boca como juanolas -soy súper fan-, smith, chicles o caramelos porque hace calor y tienes siempre la boca como un trapo. Añadiría vaselina para que no se corten los labios.

Concierto en el festival Primavera Sound de Barcelona. Foto. EFE/Marta Pérez

Concierto en el festival Primavera Sound de Barcelona. Foto. EFE/Marta Pérez

Los festivales se puntúan en función del precio, sonido, cartel, localización… en su opinión, ¿cuál es el festival que reúne mejor todos estos requisitos?

“Glastonbury es como para un árabe ir a La Meca”

Glastonbury, porque es como para un árabe ir a La Meca. Cualquier amante de la música tiene que ir al menos una vez en la vida por dos razones: es el único que rescata la esencia e ideología de los primeros festivales -como Woodstock- y porque es una locura, son 250.000 personas en una extensión de terreno casi como Valladolid. Aquí la gente no sólo va a escuchar música sino que va a convivir, a crear una especie de utopía que este festival demuestra año tras año.

Además, musicalmente es sin duda el más ecléctico de todos y permite hacerte un menú musical a la carta. Puedes escuchar todos los estilos, desde música clásica, jazz, música latina… es el modelo a seguir, sin duda.

“Un festival es una convención artística y cultural de personas que tienen las mismas inquietudes y sensibilidades, la música es la excusa”

¿Qué hay detrás de un festival más allá de la música?

Un encuentro de personas que tienen la misma sensibilidad cultural y artística, la música es la excusa. Hay muchas más actividades como escuchar conferencias, tertulias, cursos de pintura… es una cosa que tenemos que aprender aquí, hay mucha competencia y hay que ofrecer algo distinto además del cartel.

Lo importante es ligar otras propuestas a la música y que los festivaleros puedan tomarse un respiro entre grupo y grupo. Son muy divertidas, rescatan el carácter primigenio de los festivales y crean una convención cultural y artística de personas con las mismas inquietudes y sensibilidades. Creo que es a lo que debe aspirar cualquier festival.

¿Cómo han evolucionado los festivales en los últimos años?

Todos han evolucionado para bien, para muy bien. Los más grandes mejoran el sonido, las disciplinas, las prestaciones, la comodidad… en ese sentido, cada año veo que los festivales son mejores. Pero luego hay otros que se han convertido en una feria de muestras, con demasiada presencia de sponsors y marcas que hacen que se transformen en monstruos.

Coachella Festival en Indio, California. Foto. EFE/EPA/STEVEN C. MITCHELL

Coachella Festival en Indio, California. Foto. EFE/EPA/STEVEN C. MITCHELL

En general han mejorado pero tienen que seguir manteniendo la esencia, encontrar ese equilibrio con la parte comercial. Entiendo que tiene que estar pero debe primar el lado cultural.

¿Es España una buena anfitriona de festivales?

Somos el país del mundo con más festivales, no hay ninguno que tenga más festivales que nosotros. Esto es buenísimo, ayuda mucho al turismo y es una gran fuente de ingresos para el país.

“Somos el país del mundo con más festivales”

En cuanto a los festivales grandes tenemos el FIB, el Sónar o el BBK, considerados como algunos de los mejores del mundo. Sin embargo, es en esa gama de festivales medianos y pequeños -que tienden a repetir carteles- donde tenemos una cuenta pendiente. Deberían inventarse conceptos que sean distintos y que ofrezcan algo nuevo al visitante, otro tipo de oferta.

En España tenemos que aprovechar eso, vivimos del turismo. Muchas localidades deberían pensar en ponerle encima un festival y ampliar la oferta turística. En los grandes estamos a la cabeza pero en los pequeños y medianos hay que hacer algo además de programar grupos. Para que sea un festival tiene que tener una estética, una identidad, un concepto… no sólo las cabezas de cartel.

“Muchas localidades deberían pensar en ponerle encima un festival y ampliar la oferta turística”

¿Qué vínculo encuentras entre un festival y el turismo? ¿Crees que es un buen pretexto para conocer un destino?

Totalmente. Te pongo como ejemplo Benicàssim que, antes del FIB, lo conocía la gente porque regalaban apartamentos en el 1, 2, 3. No iba nadie, era una zona súper muerta. Y con el FIB se puso en el mapa y empezó a acoger otros festivales como el Rototom, el festival de reggae más grande del mundo, que antes estaba en Italia y la propia ciudad se movilizó para llevárselo a Benicassim.

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