Galicia, en Navidad: naturaleza, belenes, mercadillos y más


EFE

  • Entre los belenes, destacan el electrónico de Begonte o el artesanal de Valga.
  • Ciervos, jabalíes, castaños, robles, abedules y tejos alrededor de Manzaneda, la única estación de esquí de Galicia.

Nieve

Al margen de sus típicas estampas de peregrinos recorriendo el Camino de Santiago, de sus parques naturales y sus incomparables playas, Galicia va más allá y se transforma en Navidad. En los últimos días del año y en estas fechas festivas, Galicia ofrece a los viajeros una solución alternativa a las habituales de estas tierras.

Galicia arrastra consigo una larga tradición de belenes artesanales, que se reparten a lo largo y ancho de toda la autonomía y ofrecen al visitante la oportunidad de descubrir trabajos tan logrados como el nacimiento electrónico de Begonte (Lugo) o el belén artesanal en movimiento y de gran tamaño de la localidad pontevedresa de Valga, ambos declarados Fiestas de Interés Turístico de Galicia. No son los únicos. En las ciudades también se instalan nacimientos de importante tamaño o tradición. Y en las villas hay propuestas como las de Viveiro (Lugo), donde se halla un belén gigante a escala natural.

Esta tradición artesana se refleja en Galicia de otras formas, como la constante aparición, a lo largo del mes de diciembre, de los mercadillos de Navidad en las principales plazas de sus pueblos y ciudades, en las que se exhiben y venden todo tipo de productos artesanos y culinarios.

La gastronomía invernal es otra de las novedades frente a otras temporadas más frecuentadas por los turistas, ya que los mariscos (a precios astronómicos en fechas festivas) y comidas más ligeras dejan paso a los típicos potajes, caldos y guisos gallegos, en los que se abre la posibilidad de disfrutar de productos autóctonos como el lacón, las castañas, el cocido, el capón o el pan artesanal.

De los montes a las playas

A la combinación de artesanía, gastronomía y tradición cabe sumar la importancia y la belleza de los parajes naturales gallegos en invierno, completamente transformados por los rigores de un clima suave en estío, pero muchas veces frío y húmedo durante el resto del año.

Los montes del interior tornan su verde en el blanco de la nieve y lugares tan remotos como las montañas del este de la provincia de Ourense se convierten en un atractivo turístico de primer orden con sus rutas de senderismo por parajes prácticamente vírgenes (en algunos, como la sierra de O Invernadoiro, incluso hay que pedir permiso para entrar) que conservan la vegetación y fauna autóctona de Galicia.

Ciervos, lobos, jabalíes y muchas más especies viven en libertad rodeados por castaños, robles, abedules o tejos, el árbol sagrado de los celtas; congregados en torno a una zona que alberga la única estación de esquí de Galicia: Manzaneda.

El atractivo natural de Galicia también se traduce en la oferta termal, especialmente demandada en estas fechas en un lugar consolidado como la primera potencia termal de España y la segunda de Europa, ya que llega a acaparar hasta un cuarto de los establecimientos con Q de Calidad Turística y que, en las provincias de Pontevedra y Ourense, se manifiesta en su máximo esplendor.

Por último, es preciso mencionar la visita a las principales ciudades de Galicia, que en esta época brillan con la luz de los aparatosos alumbrados de Navidad instalados en cada una de ellas y que se encargan de iluminar las largas noches de invierno con unos diseños cada vez más complejos. A sus pies, las siete ciudades gallegas desarrollan numerosas propuestas culturales, como conciertos o representaciones de teatro a pie de calle, que dan vida a unas poblaciones que no dejan de latir con fuerza en ninguna época del año.



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