¿Provocará la turismofobia un cambio de modelo turístico?


Oriol Miralbell, profesor del Grupo Campus de Turismo, Hostelería y Gastronomía de la Universidad de Barcelona (UB), opina que las consecuencias económicas de las acciones de turismofobia a corto plazo serán “imperceptibles” en la capital catalana.

Turismofobia: consecuencias inapreciables

Para corroborarlo, Miralbell recuerda que durante mucho tiempo los medios se hicieron eco de la inseguridad por robos a turistas en Barcelona, una situación que “no ha tenido ningún efecto sobre la llegada de turistas ni ha frenado el turismo, puesto que esta información no acaba llegando a todos los usuarios”.

También Francesc López, profesor de la Facultad de Geografía e Historia de la UB y autor de diversos libros sobre turismo y territorio razona que la afectación económica por este tipo de acciones será “limitada”, y pone como ejemplo que imágenes de “turismo de borrachera” vistos en la capital catalana tampoco ha reducido la afluencia de visitantes.

El turismo es ya la primera preocupación de los barceloneses, por encima del paro

Para López, esto se explica por el hecho de que los visitantes que llegan a Barcelona son, en su conjunto, “muy diversos” y que la oferta está fragmentada por la agregación de múltiples productos, desde el transporte y la estancia hasta el comercio y la restauración.

Si bien a corto plazo los actos relacionados con la turismofobia pueden no afectar a la economía barcelonesa, muy orientada a esta actividad, la cuestión de cómo gestionar este sentimiento queda por resolver.

Así, Francesc López remarca que el turismo es ya la primera preocupación de los barceloneses, por encima del paro, según una encuesta realizada por el Ayuntamiento a principios de verano, algo que considera que “no es habitual”.

Repensar el modelo

Por ello, este experto defiende la necesidad de repensar el modelo turístico para decidir cómo se debe gestionar correctamente para todos los agentes sociales.

“Estamos gestionando la ciudad turística como si fuera una ciudad convencional, y aquí está el error”, considera López.

En el mismo sentido, Oriol Miralbell cree que se debe construir un modelo de consumo turístico que tenga en cuenta a los ciudadanos, pues el actual “afecta a la ecología urbana” de los destinos y acaba impulsando el fenómeno de la turismofobia.

Rambla de Barcelona. EFE/Toni GarrigaRambla de Barcelona. EFE/Toni Garriga

Las ciudades, con la llegada del turismo, sufren, según Miralbell, la gentrificación y la destrucción de los espacios que identifican a sus vecinos, que pierden sus puntos de encuentro y llegan a ser expulsados de sus poblaciones.

“Estamos gestionando la ciudad turística como si fuera una ciudad convencional, y aquí está el error”, considera López

Este profesor recalca que este fenómeno no es nuevo y recuerda que antes que en Barcelona ya ha sucedido en otras localidades de Cataluña, como en Lloret de Mar, un pueblo gerundense de pescadores que se acabó convirtiendo en un centro turístico masivo de sol y playa.

Por su parte, Albert Vancells, coordinador del grado de Turismo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), entiende que el turismo es un fenómeno que “revierte positivamente en la ciudad”, aunque propone “aplicar algunas medidas” para conseguir “una buena convivencia entre turistas y vecinos”.

Entre estas medidas, Vancells plantea “cobrar impuestos a los turistas que visitan Barcelona” para que este fenómeno “imparable y positivo por sí mismo redunde de una manera aún más favorable para la ciudad”.

Otra de las medidas que propone este experto para regular el turismo en Barcelona es “establecer mayor control sobre la normativa que regula los pisos turísticos“, que por otra parte “es un negocio tan legítimo como cualquier otro”.

Albert Vancells recuerda que el caso de Barcelona “no es aislado” y lo compara al de otras ciudades, como “Londres y París, cuyos centros turísticos están masificados”, o con Venecia, “donde aún es más grave porque el centro es más pequeño y el porcentaje de turistas más elevado”.

Pese a los problemas que genera entre algunos ciudadanos, Vancells advierte de que “no se puede frivolizar con el tema del turismo”, ya que es el “primer sector económico en Cataluña”.

En opinión de Francesc López, el sector privado turístico debe dejar de mantenerse al margen y asumir su responsabilidad en el conflicto, ya que estos agentes se lucran con recursos que son públicos, que tienen un coste y que no pueden ser pagados solamente por los barceloneses.

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