El Turismo Slow: disfrutar del lugar sin prisas

El turismo slow no es una filosofía de viaje, es una práctica, un modo,  que se aleja de la prisa y la agitación. En lugar de correr de un lugar a otro, el turismo slow se centra en disfrutar de cada momento y conectar profundamente con el destino y su cultura. Aquí, el tiempo se estira como un río tranquilo, y los viajeros se sumergen en las pequeñas alegrías: un café en una plaza soleada, una conversación con un lugareño, el aroma de las flores en un jardín. Es un enfoque consciente y relajado que valora la calidad sobre la cantidad, y busca la autenticidad en cada experiencia. 

Se dice que se originó en los años 80s en Italia, enfocándose en la gastronomía de cierta manera en contra del "fastfood", comer rápido, con prisa, en ese caso hacerlo de manera más relajada, calmada, o sea que es un turismo sin stress, claro que podemos decir esto sin considerar la parte del viaje en la que se toman aviones, buses, etc.

Planificar un viaje "slow":

1. Elige tu itinerario con cuidado: Planifica tu ruta para disfrutar de un viaje slow. Busca carreteras secundarias en lugar de las principales. Al evitar las autopistas, descubrirás encantadores lugares para hacer picnic en el campo y apreciarás un patrimonio local poco conocido. Opta por desvíos en lugar de caminos directos para aventurarte hacia lo inesperado y descubrir pequeños tesoros, como vistas impresionantes y pueblos con encanto.

2. Destinos menos masificados: Alejarte del turismo de masas te permite descubrir lugares auténticos. Elige destinos menos populares pero igualmente interesantes. Explora sitios romanos bien conservados o lugares exóticos cercanos. ¡Disfrutar de tu región también es parte del modo lento!

3. Combina medios de transporte: Fomenta el ecoturismo combinando el coche con otros medios de transporte. Lleva bicicletas en tus viajes y úsalas durante las paradas. Considera el tren, donde a veces puedes subir el coche (como en Suiza o bajo el canal de la Mancha).