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Castillos “medievales” del desierto de Brasil
En un territorio sin tradición de arquitectura medieval, se puede disfrutar de una rica ruta de castillos de este tipo. Las más de 200 torres blancas del castillo Zé dos Montes, que se avistan en la Sierra de la Tapuia, en el interior de Brasil, contrastan con la caatinga (vegetación propia del desierto) del Sertão.
El proyecto es de José Antonio Barreto, más conocido como Zé dos Montes, a quien a la edad de ocho años y mientras recogía leña, se le apareció una mujer que le pidió construir una capilla.
Castillos como reclamo turístico
El castillo, con 200 metros de laberinto, altares, artículos de la religión católica y monedas incrustadas en sus paredes, fue erguido en la década de los ochenta en un paraje del municipio de Sitio Novo, en la cima de una pequeña sierra y rodeado por arbustos con espinas y cactus.
“Cuando él llegó aquí, a la Sierra de la Tapuia, llamó a todos los pobladores y les dijo que iba a construir una iglesia con forma de castillo; el pueblo dijo que sólo podría ser una cosa de locos”, relató a Efe Joseildo Gomes Oliveira.
La obra, que después de 34 años todavía no fue concluida en su totalidad, contó en sus comienzos con la participación de cien obreros que utilizaron piedras y cal, tras seguir las orientaciones de Zé dos Montes y sin la participación de arquitecto alguno.
Los recursos salieron del propio bolsillo de Zé dos Montes, un sargento jubilado del Ejército que habitó el castillo durante once años, incluso sin que el local contara con instalaciones de luz y agua.
Castillo en las áridas regiones del Agreste y el Sertão, Brasil. Foto: EFE
A sus 85 años, Zé dos Montes vive en Natal, capital de Río Grande do Norte, en un castillo urbano también construido por él.
Otro castillo, cuyas obras comenzaron en 1984 y que tampoco fue terminado, fue construido a cien kilómetros de Sitio Novo, en el pequeño municipio de Carnaúba dos Dantas.
Se trata del castillo de Bivar erguido en lo alto de una colina sobre un área de siete hectáreas y en una región de valles que hace resaltar su estilo medieval, sus 56 ventanas, sus 13 niveles y una torre de 21 metros, que es la más alta de la edificación.
“Cuando estaba construyendo la casa, vi una película llamada El Cid“. Ahí apareció un castillo “con el formato redondo que estaba haciendo”, contó José Ronilson Dantas, empresario del sector minero, sobre su obra, que por una superstición a lo mejor nunca será terminada.
Según Dantas, “quien termina un castillo, muere. Entonces no lo pienso terminar tan temprano”, dijo, aunque no descarta una fiesta de inauguración dentro de algunos años, que deberá ser “acorde” con la época de El Cid.
“No quiero nada de cubiertos, nada moderno, todo va a ser de la época, comiendo aquellos muslos de pollo grandes con las manos y dientes y derramando vino”, bromeó el dueño del castillo, quien pretende un día vivir en el lugar, por lo que ya instaló en la suite principal una bañera de hidromasaje con forma de corazón.
Castillo en las áridas regiones del Agreste y el Sertão, Brasil. Foto: EFE
En el municipio de Caicó, está, ya en ruinas, el castillo Engady, construido en los años setenta por monseñor Antenor Salvino de Araújo.
La edificación, de estilo moro-medieval y con decoración rústica, ya fue recinto de recogimiento y estudios religiosos, y abrigó hasta una unidad del Cuerpo de Bomberos de la ciudad.
De origen español
En el municipio de Felipe Guerra, otro castillo tuvo inspiración española cuando una familia de inmigrantes descendientes quiso homenajear a la matrona María Isolina, conocida como Sinhazinha Zola.
El predio tiene nueve habitaciones que representan el número de hijos de la matriarca de origen español.
Ya en la orla marítima de Natal, en una zona rocosa, fue edificado el castillo Keulen, que a diferencia de los otros, sí fue construido en la época de la colonización, en 1633.
Conocido como la Fortaleza de los Reyes Magos, el castillo protegió a españoles y portugueses en la disputa por nuevas tierras con holandeses y franceses.
Desde la parte de arriba el castillo tiene formato de estrella y en cada una de sus puntas eran posicionados cañones con dirección al mar.
En la actualidad, la fortaleza forma parte del patrimonio histórico nacional brasileño y pasará por reformas antes de ser reabierto al público.
