Oslo, vanguardia y sostenibilidad en la capital verde europea 2019
Oslo ha protagonizado en los últimos años un importante crecimiento y un desarrollo urbanístico que ha modificado grandes áreas de la ciudad. Un desarrollo que se ha caracterizado por ambiciosos proyectos arquitectónicos, la mayoría de ellos empujados por el motor de la sostenibilidad.
La ciudad trabaja con el objetivo de ser neutral en emisiones de carbono en 2050; para 2020 la meta es haber rebajado a la mitad las emisiones de 1990.
Estación de servicio de bicicletas cerca de la Ópera de Oslo. Foto: El metro de Oslo, Noruega. Foto: Didrick Stenersen.
Para alcanzar unos objetivos tan exigentes, Oslo ha puesto en marcha algunas medidas para, por ejemplo, promover el transporte con cero emisiones y se ha convertido, según las propias autoridades noruegas, en la Capital mundial de los vehículos eléctricos, pues el 30 por ciento de los coches que se venden en la ciudad son eléctricos.
Además, fomento del ciclismo, zonas sin coches, biogás a partir de residuos… No es extraño, pues, que haya sido nombrada Capital Verde Europea 2019.
Lo más sostenible del Oslo turístico
Aquí y allá, en el centro de la ciudad o en los nuevos barrios encontramos ejemplos de lo que podríamos llamar lo más sostenible del Oslo turístico (o las atracciones turísticas de Oslo más verdes y sostenibles). Como sucede con Vulkan, un nuevo barrio que se ha levantado en una antigua área industrial de Akerselva.La propia oficina de turismo noruega lo considera “un escaparate de la planificación urbana ecológica”. El objetivo de los urbanistas era crear un distrito energéticamente eficiente, de ahí que en Vulkan encontremos una central energética local con pozos geotérmicos, placas solares en las fachadas de muchos edificios… incluso dos hoteles que reciclan energía del sistema de refrigeración y de los ascensores o un edificio de oficinas que se distingue fácilmente por su sistema solar de calentamiento de agua en el exterior. ¡Y dos enormes colmenas diseñadas por el estudio de arquitectura Snøhetta!
Colmenas de abejas en el tejado de un edificio en Oslo. Foto: Didrick Stenersen.
Y, como todo viajero que se precie debe otorgar a la gastronomía la importancia que merece, una visita al comedor Mathallen es imprescindible. Se trata de un centro de cultura gastronómica en el que podemos comprar productos de pequeños fabricantes noruegos y otros productos especiales.
En una ciudad verde como Oslo encontramos también, por supuesto, los frutos de la preocupación de esos urbanistas por la vida silvestre de la ciudad. Lo vemos en el área de Tjuvholmen, que se construyó junto al fiordo de Oslo en la que se instalaron arrecifes artificiales submarinos con refugios para peces y mariscos.
Se caracteriza no sólo por sus atractivos espacios exteriores sino también y fundamentalmente por sus edificios, que al ser fruto del diseño de una veintena de arquitectos es una auténtica amalgama de las diferentes tendencias de la arquitectura europea contemporánea.
Y han nacido así unos espacios urbanos diferentes, de vanguardia, que ofrecen un lugar a las distintas formas de arte contemporáneo. No en vano se conoce a esta zona del fiordo de Oslo como el distrito del arte.
El fiordo
Otro de esos barrios de Oslo que es un gran ejemplo de transformación de antiguas estructuras en un distrito moderno, ubicado también en el fiordo, es el que ha surgido en el antiguo muelle de contenedores de Sorenga, una zona que invita al visitante a disfrutar de la vida al borde del mar.Hay un parque verde con varios canales que se extiende por el barrio, y un centro de ocio al borde del mar con una piscina salada, piscina para niños, una playa y una gran área recreativa.
Se encuentra junto al nuevo Paseo del puerto, que se extiende a lo largo de 9 kilómetros en paralelo al mar y ofrece desde la práctica de actividades deportivas, -desde el paseo o la bici hasta el kayac, pasando por el skate- hasta compras, restaurantes y un museo. Además, al final de cada tramo del paseo tenemos senderos costeros, una experiencia diferente y más natural.
Oslo a la última
Además de Vulkan, Tjuvholmen o Sorenga hay otras zonas que representan ese nuevo Oslo, ese moderno desarrollo urbanístico de una ciudad que no pierde de vista la vanguardia, como no se desvincula de conceptos como ciudad sostenible, verde, limpia, libre de humos o ciudad sin coches.Y ¿qué otros lugares nuevos, de ese Oslo a la última hay que conocer en la próxima visita a la capital noruega? Pues desde la propia oficina de turismo del país nórdico recomiendan no perderse otras zonas nuevas como el barrio Barcode de Bjorvika, justo detrás de la Ópera.
Vista de la Ópera de Oslo al atardecer. Foto: Tord Baklund.
Barcode recibe su nombre (código de barras en inglés) de su propio aspecto, conseguido gracias a sus 12 edificios de diferentes alturas y anchuras (son todos largos y estrechos) y a los espacios que quedan entre ellos. Se considera una obra maestra y ha sido diseñado por dos estudios de arquitectura noruegos y uno de Rotterdam.
El proyecto Barcode, que forma parte de una modernización más amplia de la zona de Bjorvika, pretende resaltar al apertura de esa zona hacia el fiordo de Oslo y el paso de la luz y el aire. El código de barras provocó bastantes reticencias al principio, pero actualmente esta zona -que además de oficinas y apartamentos alberga numerosos locales culturales y una gran variedad de tiendas y de restaurantes- es reconocida como el perfil de Oslo.
Cinco imprescindibles en Oslo 2019
Además de estas sugerencias, hay alguna otra visita o actividad imprescindibles para el viajero que llegue a la capital verde de Europa en 2019. Visitar la nueva sede principal de la biblioteca Deichman, que se está construyendo en Bjorvika y se inaugurará en 2019; conocer el parque Ekeberg de animales domésticos; por supuesto, el barrio de Sorenga y también el parque Vigeland.En este parque se pueden encontrar más de 200 esculturas que Gustav Vigeland realizó en todo tipo de materiales -bronce, granito, hierro…- El mismo Vigeland fue el responsable del diseño y la estructura arquitectónica de este parque, que es de libre acceso y recibe más de un millón de visitantes cada año.
Y por último, el barrio más indie de Oslo: Grunnerlokka, en el lado este del río Akerselva, que atraviesa la ciudad de norte a sur. A lo largo de su curso encontramos zonas verdes, senderos para pasear y también vestigios de la historia industrial de Oslo.
Aurora boreal en Meløy, condado de Nordland, Noruega. Foto: Snøhetta/Plompmozes.
Precisamente detrás de esos antiguos edificios industriales está Grunnerlokka, un barrio con numerosos restaurantes, bares y pequeños cafés. Y un barrio también muy comercial, con tiendas de diseño original, muchas tiendas antiguas y otras de segunda mano. Un distrito para perderse durante un “día de tiendas”.
Por supuesto, además de este nuevo, vanguardista y verde Oslo, es imprescindible recorrer el Oslo medieval y otros lugares, sobre todo museos, para conocer la historia de la ciudad. También alguno de los reclamos turísticos más visitados de la capital noruega… y otras muchas opciones más.
Entre ellas, partir a recorrer otros muchos puntos de Noruega, ese país mágico de auroras boreales y bosques plagados de gnomos; de glaciares y fiordos; de pescadores y trineos de perros… Ese país de cuento.
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