Las mejores rutas para los amantes de la carretera
Los amantes de los road trip encontrarán en la nueva guía de Lonely Planet, Las mejores de mundo por carretera, el manual perfecto con el que disfrutar de hermosos itinerarios a bordo de un coche. Entre las rutas recomendadas por distintos escritores de viajes -que han disfrutado de la experiencia en primera persona- se encuentra la famosa Ruta 66, la Pacific Coast Highway de California, la Great Ocean Road australiana o la carretera de circunvalación de Islandia.
Preciosas costas para motoristas, sencillas excursiones para viajeros tranquilos y atrevidos desafíos por destinos como Vietnam, Bután o Nepal son otras de las experiencias que se recogen. Todas las propuestas están pensadas para personas con distintas edades, presupuestos y gustos, y persiguen motivar a los aventureros a hacer la maleta y salir a explorar parajes por los cinco continentes.
El origen de esta experiencia
Pero… ¿cuál fue el primer road trip de la historia? Este guía nos saca de dudas y recoge que, pese a que es difícil fijar una experiencia concreta, sí que existen varias candidaturas. Por ejemplo, la de la pionera de la automotriz alemana Bertha Benz, que en 1888 recorrió al volante de un Benz Patent-Motorwagen -acompañada de sus dos hijos- más de 100 kilómetros de Mannheim hasta Pforzheimal (Alemania) para visitar a su madre. A diferencia de entonces, en la actualidad esta ruta se encuentra pavimentada y es frecuentada, según recoge la guía, por numerosos viajeros.
Posteriormente, en 1903, un médico llamado Horatio Nelson Jackson decidió ir de San Francisco a Nueva York, recorriendo más de 5.000 kilómetros con su coche, un Winton Tourer de aquel año. ¿El motivo? Una apuesta que tardó 63 días en lograr.
Imagen de un coche aparcado en un bosque. Foto: Pexels
Sin embargo, la guía recoge que “el hito más pintoresco” tuvo lugar en 1968, cuando seis abuelas británicas compraron dos Land Rover de segunda mano, llenaros unos cuantos tuppers de comida y viajaron de Londres a Australia, atravesando Turquía, Irán y la India por el paso Jáiber.
Las rutas por carretera, fuente de anécdotas
Más allá de los pioneros de esta práctica viajera, lo que está claro es que esta alternativa ofrece un claro valor añadido: la enorme cantidad de anécdotas que resultan de ella. De hecho, de este modo surgieron las primeras guías de Lonely Planet en 1972, como resultados de distintos road trips realizados por el mundo. A esta atractiva ventaja, dicen los expertos, se suman otras como viajar sin necesidad de planificación, y evitar las esperas en aeropuertos y estaciones, las colas, las prisas o los horarios.
Entre las rutas incluidas hay propuestas de distintas duración, desde un solo día hasta varias semanas, y casi todas las experiencias cuentan con una prestigiosa fama -desde la Going to the Sun Road, que cruza las Montañas Rocosas en Montana, hasta la Wild Atlantic Way de Irlanda- y una buena señalización para evitar que los viajeros se pierdan en el intento.
Pese a ello, algunos de los itinerarios repartidos por las partes más remotas de Australia, Asia y Sudamérica requieren, según aconsejan los expertos, “una buena planificación logística, un buen nivel de mecánica -al menos llevar una rueda de repuesto y un gato- y una actitud intrépida”.
Además, el libro plantea una serie de recorridos que, con las aplicaciones de mapas que existen en la actualidad, resultarán muy sencillas de disfrutar. Como, por ejemplo, la colección de parques nacionales del sur de Utah, completar un peregrinaje musical o, simplemente, recorrer bellos parajes naturales y hacer un alto en el camino donde más apetezca.
Imagen de un 4×4 aparcado en un paraje natural. Foto: Pexels
¿Cómo usar esta guía?
Los distintos capítulos recogidos en la guía agrupan relatos en primera persona de salidas realizadas por un mismo continente. Éstos incluyen una hoja de ruta con datos sobre la mejor época del año para realizar el viaje, consejos para saber llegar o recomendaciones de alojamientos in situ. Además, al final de cada relato se plantean propuestas similares a las planteadas en ese capitulo pero en otros continentes.
Cabe destacar que las rutas siguen un código de color según su dificultad, teniendo en cuenta lo largas, remotas o exigentes que son, así como la logística necesaria y las condiciones locales.
De Marrakech a la Selva Negra
África, de Marrakech a Tarudant
Entre los recorridos planteados está el de la viajera Etain O’ Carroll que recomienda una ruta de 227 kilómetros entre las ciudades marroquíes de Marrakech y Tarudant para realizar, dice, entre mediados de abril y mediados de junio o de septiembre a octubre. El viaje arranca en Marrakech, donde propone recorrer los laberínticos callejones de los zocos entre personas, burros, tiendas de alfombras, acróbatas y narradores que, asegura, “cautivan a las multitudes”. La siguiente parada lleva al viajero hasta el Gran Atlas, con una “bonita parada” en Asni, una zona de cultivo frutal entre colinas boscosas, donde florecen los almendros y pasean niños, cabras y ancianos. Aquí, sugiere pasar la noche en un riad tradicional y despertarse con la llamada a la oración.
También recomienda contemplar las gargantas y cañones “más increíbles” de la zona, así como el pico más alto del Norte de África, el monte Tubgal. Y visitar los bonitos pueblos de Uirgane y Tin Mal, con su mezquita del siglo XII, de muros rosados y aspecto de fortaleza.
A partir de ahí, la conducción, explica la experta, “se vuelve más exigente ya que la carretera es más tortuosa y cada curva revela otro paisaje a medida que se sube a la cima de la Tizi n’Test”. Tras los vertiginosos acantilados, todo el valle de Sous se abre ante el viajero hasta llegar por fin a Tarudant, una concurrida ciudad-mercado fortificada en la que pasear por zocos y avenidas de naranjos, hibiscos y buganvillas, o disfrutar de una hermosa puesta de sol marroquí.
Alemania, los altos de la Selva Negra
Por su parte, la viajera Kerry Christiani propone recorrer 60 kilómetros por la Ruta Alta de la Selva Negra. El itinerario plantea disfrutar de las “vistas sublimes” que ofrece la ruta desde Baden-Baden hasta Freudenstadt a través del corazón boscoso del Parque Nacional de la Selva Negra. “Si el día es claro, las vistas abarcan desde el valle del Rin y los Vosgos en la vecina Francia”, señala la experta.
La primera parada del viaje permite contemplar la cascada Geroldsauer Wasserfall y, después, conducir por el bosque hasta llegar a Waldgaststätte Bütthof, “una cálida taberna rústica” salpicada de lugareños bebiendo glühwein -vino caliente especiado-. Desde aquí, la carretera serpentea por los montes hasta Mummelsee, un lago de origen glacial y, desde él, se abre una senda que sube al Hornisgrinde, el monte más alto de la Selva Negra septentrional -con 1.164 metros-.
Tras pasar la noche a orillas del lago en el Berghotel Mummelsee, esta viajera recomienda visitar las cascadas de Allerheiligen, y continuar por una breve senda para contemplar una abadía gótica en ruinas. De nuevo al volante, el final oficial de la ruta es Freudenstadt, una ciudad bombardeada durante la II Guerra Mundial que “carece del encanto de otras localidades” de la zona. Por ello, la experta propone seguir hacia el sur para poner punto y final al viaje, sumando un par de días que permitan llegar al valle del Kinzig y disfrutar de sus pueblos de colores como Schiltach, Hausach y Gengenbach.
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