Ciénaga de Pijiño, ejemplo de la naturaleza salvaje de Colombia


Mompox, nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1995 y que recibe anualmente miles de turistas atraídos por su arquitectura de los tiempos de la colonia, es el punto de partida de una aventura fluvial por uno de los brazos del río Magdalena, la principal arteria de Colombia.

Las aguas del río alimentan numerosas ciénagas en el sur de los departamentos de Bolívar y Magdalena donde forman ecosistemas de humedales de una gran riqueza en flora y fauna poco conocidos por quienes son ajenos a la región.

Los barcos para turistas parten del muelle de Mompox, el mismo de la película Crónica de una muerte anunciada (1987), basada en la novela homónima del nobel Gabriel García Márquez.

Paraíso ornitológico

En el recorrido de hora y media por el brazo del Magdalena y canales con los que se conecta es posible ver distintas especies de aves de ribera, como garzas; pájaros como el martín pescador o el toche (Chrysomus icterocephalus); palmípedos como el cormorán, o reptiles como la iguana y la babilla, una especie de caimán propia de los ríos de Suramérica.

“La magia que tiene este lugar es su diversidad”

“Aquí hay aproximadamente unas 20 especies de aves, encontramos la garza blanca, la garza morena, la garza morena pequeña y tenemos también el martín pescador”, afirma Edinson Suárez, guía turístico de la empresa que hace los recorridos por el río, generalmente al amanecer o al final de la tarde, que es cuando más se ven los animales.

Por las tardes se puede apreciar además una espectacular puesta del sol cuyos rayos parecen proyectarse sobre la ciénaga y el lecho del río.

Imagen de una res en la Ciénaga de Pijiño (Colombia). Foto: EFE/Juan Carlos Gomi

Imagen de una res en la Ciénaga de Pijiño (Colombia). Foto: EFE/Juan Carlos Gomi

“La magia que tiene este lugar es su diversidad“, afirma el guía después de hacer una detallada descripción geográfica de la ciénaga.

Explica que el cuerpo de agua, que invita a darse un chapuzón para refrescarse después de soportar un calor que ronda los 35 grados, “recibe el nombre de Pijiño del Carmen”, por la población que está en una de sus orillas.

“Esta ciénaga cuenta aproximadamente con un área de 1.350 hectáreas“, afirma Suárez, y añade que forma parte de la cuenca llamada Depresión Momposina, donde también está la Ciénaga de Zapatosa, una de las más grandes de Colombia.

Las excursiones para el avistamiento de aves se deben a un programa para mostrar al mundo la riqueza de la biodiversidad colombiana y son impulsadas por el Fondo Nacional de Turismo (Fontur) y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.

El país es uno de los de mayor riqueza ornitológica del planeta, representada en 1.921 especies, 79 de ellas endémicas, que los turistas pueden ver en cada uno de los 32 departamentos en que está dividida Colombia.

El avistamiento de aves por el Magdalena y en la Ciénaga de Pijiño tiene la particularidad de que ofrece, además del paseo fluvial, la posibilidad de ver otros animales, como los reptiles.

Sin embargo, y pese al carácter silvestre de la experiencia, en algunas partes de la ribera se nota el avance de la frontera agropecuaria sobre las áreas boscosas y vacas que pastan a la orilla del río sobre las cuales vuelan bandadas de pájaros.

“Esta experiencia es bueno vivirla porque se hace mucho contacto con la naturaleza, se sale de la monotonía de las grandes ciudades”, afirma Suárez y concluye que los turistas que hacen el recorrido cambian “los pitos de los carros y el monóxido de carbono” de las urbes por “un silencio total” en el río y la ciénaga donde solo “se escucha el canto de las aves”.

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