Paisaje virgen en Albania




El turismo todavía no ha llegado a la región más pobre de Albania, en la frontera con Kosovo y Macedonia, a pesar de que su perfecta naturaleza permite el desarrollo del turismo alpino, rural, de aventura, ecoturismo, la caza, etc.
En una superficie de 956 kilómetros cuadrados donde viven 48.000 habitantes, hay actualmente una docena de centros de acogida para los turistas.

Kukes, un destino por descubrir

“De junio a septiembre visitan Kukes 100 turistas al día. La mayoría son albanokosovares que vienen de paso”, explica a Efe Arben Palushi, responsable de la oficina del turismo de la ciudad.
En invierno cuando las temperaturas bajan a 27 grados bajo cero, los pueblos se quedan incomunicados y las carreteras cubiertas por un metro y medio de nieve.

Kukes es la ciudad más nueva de Albania, creada en 1978 después de que la original quedara sumergida bajo el embalse de la central hidroeléctrica de Fierza.
Durante la época comunista este distrito era conocido por sus ricas minas de cobre, oro, cromo, por la fabricación artesanal de alfombras de lana, y las pistas de esquí en Shishtavec.
En los años de escasez durante el comunismo la deliciosa patata de Shishtavec llenó los estómagos de los albaneses y se convirtió en “ser pan y comida” a la vez, según decía el dictador Enver Hoxha.

Con el cambio del sistema político en 1991 vino la ruina definitiva y la gente emigró con la esperanza de buscar fuera una vida mejor.
Con el ingreso per cápita más bajo del país -sólo 2.550 euros al año, el 36 por ciento menos que el promedio del país- Kukes se ha convertido en la región con el número más alto de emigrantes.
“Si encuentro trabajo fuera, me marcho. Aquí no se puede vivir. En invierno gastamos el dinero que hemos ganado en verano”, señala Klodian, un economista, sentado en un bar de Shishtavec.


Imagen de un paraje natural en la región nororiental de Kukës, Albania. Foto: EFE/ Mimoza Dhima
Imagen de un paraje natural en la región nororiental de Kukës, Albania. Foto: EFE/ Mimoza Dhima
Al contrario que él, Gani Pashai, ha vuelto de la emigración en Eslovenia y ha abierto un hotel y restaurante en lo alto de una colina.



“Con el turismo se gana dinero. La naturaleza es perfecta y te ofrece todo. Como en un anfiteatro se despliegan desde la Piedra de la Mañana los montes más altos de Albania: Korab (2.751), Koritnik (2.395), Kallabak (2.174), Gjalica (2.486)”, explica Pashai.

La Albania de siempre

Los turistas puede explorar lugares de extrema belleza en el parque natural de Korab Koritnik, como el cañón de Vana, un destino perfecto para los alpinistas, y la cueva milenaria de Jazenina.
También se puede ver la Piedra de la Mañana, donde caen los primeros rayos del sol; el bosque de abedul blanco en Novosej; la catarata de Topojan y el arroyo de Sheja, uno de los más bellos de Albania.
En los bosques y prados se encuentran muchas flores endémicas, entre las que destaca el tulipán albanés, así como decenas de plantas medicinales, mientras que los animales más raros son el águila, la nutria y el galápago europeo.
“En nuestro restaurante los clientes vienen a saborear el cordero y la cabra asados criados en los prados de la montaña; el queso, el requesón fresco y el yogur de oveja”, dice Aldo Dafku, un camarero de Stani i Hoxhes.
En esta zona habitada desde el neolítico, las mujeres aún se visten con sus trajes tradicionales elaborados con telas de colores vivos, hechas a mano en telares caseros.
Las mujeres cosechan centeno, hierba y patatas y trabajan más que los hombres que prefieren reuniones y las charlas en los cafés.
El año pasado 5,1 millones de turistas visitaron Albania, un país de 2,8 millones de habitantes, aportando 1.500 millones de euros a la necesitada economía nacional.


Fuente: EFEtur

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