Huascarán, un paraíso tropical en la Cordillera Blanca de los Andes





El imponente nevado Huascarán, que lo conforman dos picos de más de 6.600 metros de altitud, es el principal atractivo del Parque Nacional que lleva el nombre de la montaña, un área protegida de la región Áncash, que en 2017 superó los 280.000 visitantes y que le disputa el segundo lugar, a nivel nacional, al parque arqueológico de Machu Picchu en Cusco en cuanto a la recepción de visitantes extranjeros.

Caminatas por el Huascarán

El Parque Nacional del Huascarán se creó en 1975 con la principal motivación de proteger la cordillera tropical más alta del mundo y la de mayor extensión”, explicó a Efe el director del parque, Edson Ramírez.
En sus 340.000 hectáreas de extensión, el parque engloba el 90 % de la Cordillera Blanca, desde una altitud de 2.400 metros hasta la cumbre del Huascarán a 6.758 metros de altura, y donde conviven pumas y osos andinos, zorros y vizcachas (roedor andino semejante al conejo), así como unas 210 especies de aves.
Ramírez contó que el 80 % de los montañistas que vienen al parque Huascarán hacen trekking o caminata, y un 20 %, además de hacer caminata, luego hacen montañismo.
“Suben a una montaña pequeña como Vallunaraju, el Pisco o el Mateo, que está de moda, de 5.150 metros de altura, o se van al Alpamayo que es una montaña más difícil de subir para los turistas, de 5.947 metros de altura”, afirmó.
El año pasado, hubo 16.000 visitantes en el parque para hacer deportes de aventura como el trekking y la escalada, que suelen desarrollar en unos 21 días, especialmente entre los meses de junio y julio, cuando también se organizan festivales de andinismo en Huaraz, la capital de Ancash.


Imagen de unos ecoturistas haciendo trekking en la Cordillera Huayhuash. Foto: Promperú
Imagen de unos turistas de naturaleza haciendo trekking en la Cordillera Huayhuash. Foto: Promperú.



Unos picos accesibles

El director del parque explicó que la Cordillera Blanca tiene la ventaja de la accesibilidad, que no tienen otras 18 cordilleras nevadas en Perú, lo cual permite llegar a cualquier nevado en cuatro o cinco días.
“Un montañista puede hacer el Huascarán en cinco días, o puede hacer el Alpamayo, que es uno de los más lejanos, en ocho días, ida y vuelta. Esa es la ventaja del Huascarán, como ha habido un desarrollo poblacional alrededor de la cordillera, le ha dado las ventajas de acceso fácil”, indicó Ramírez.
Anualmente, el Festival de Andinismo Cordillera Blanca convoca a más de 300 visitantes, de diversas nacionalidades, para hacer parapente, carrera, ciclismo de montaña y escalada en roca en las inmediaciones del parque nacional.
Su promotor, Benjamín Morales, contó a Efe que este año introdujeron el aerotlón, una franquicia mexicana, que consiste en correr hasta un punto alto, luego volar en parapente y cierran el circuito con el ciclismo de montaña en el distrito de Taricá, a 20 minutos de Huaraz.
“Entre los participantes hay bastantes de Estados Unidos, México y también de España. Los mexicanos son siempre un buen grupo, tiene buena pegada (atractivo) la Cordillera Blanca con México”, afirmó Morales.
Lo que sí parece más complicado en el parque es la práctica del esquí ya que, a diferencia de los escaladores que tienen su propio proyecto de ascenso a los nevados, los esquiadores requieren transporte hasta los lugares más propicios para su deporte, que no cuenta ni con rutas establecidas ni con instalaciones para la disciplina.


Fotografía del inicio del camino a la Laguna 69. Cebollapampa, Yungay. Foto: Promperú.
Fotografía del inicio del camino a la Laguna 69. Cebollapampa, Yungay. Foto: Promperú.


El calentamiento global

Es el calentamiento global el que está causando un mayor riesgo a la actividad turística en el entorno del Huascarán.
Hasta hace unos años, el nevado Pastoruri fue el eje de las actividades de aventura en el parque nacional, actividades que, con el retroceso del glaciar, ya no se pueden realizar.

El acceso al Pastoruri tuvo que ser cerrado debido a que “no era seguro para las personas subir a un glaciar que empezó a presentar grietas, huecos y pozos de agua”, señaló el director del parque.
Ramírez dijo que, conforme se va agudizando el problema del calentamiento, los glaciares se van fragmentando.
En la actualidad el número de glaciares registrados en el parque asciende a 711, unos 50 más que en el registro que se tenía en 2010.
“Hay más glaciares porque se están fragmentando, Pastoruri es el mejor ejemplo, era un sólo glaciar, ahora son dos glaciares pequeños”
De igual forma, ha crecido el número de lagunas por el retroceso glaciar hasta las 464 registradas oficialmente en el área natural protegida, unas 200 más que en el conteo anterior de hace menos de una década.


Quebrada de Llanganuco, Parque Nacional Huascarán, Yungay. Foto: Promperú
Quebrada de Llanganuco, Parque Nacional Huascarán, Yungay. Foto: Promperú


Animales protegidos

Las medidas de protección en el parque para la preservación de la flora y la fauna del lugar, han demostrado a las autoridades que los esfuerzos por conservación están dando resultados.
Ramírez contó que, gracias a un monitoreo con cámaras trampa, se ha podido comprobar que el gato andino, el felino salvaje más amenazado de toda América y que se pensaba extinto en el norte de Perú, sigue vivo en el Parque Nacional del Huascarán.
“Ha sido una gran noticia que aparezcan fotografías con cámaras trampa del puma, hace dos años, y de este gato andino y del oso de anteojos, porque al estar estas especies en la cima de la cadena alimenticia nos dice que hacia abajo todo existe todavía”, afirmó.
Esa presencia de animales convierte el parque en un paraíso para los amantes de la naturaleza, particularmente para los aficionados a la ornitología, ya que allí conviven 210 especies de aves, desde el majestuoso cóndor hasta pequeñas avecillas.
También pequeños mamíferos como zorros y vizcachas con las que cualquier montañista se puede cruzar al hacer una caminata de dos o tres días por la reserva natural y quedarse a observar sus madrigueras en los pedregales y roqueríos.
“Sin embargo, no es lo mismo ver un puma, un jaguar o un oso andino, porque son animales mucho más huraños, mucho más hábiles para detectar la presencia humana a mucha distancia”, afirmó el director del parque.
“Estos grandes mamíferos tienen totalmente otro carácter, pero se demuestra el grado de conservación de los ecosistemas gracias a la presencia de estos animales”
A raíz del cambio climático, algunas aves han comenzado a volar a mayor altura de lo habitual y los venados buscan alimento en zonas cada vez más bajas del parque porque los pastos se secan más rápido a mayor altitud.


Nevado Huandoy del Parque Nacional Huascarán, Yungay. Foto: Promperú
Nevado Huandoy del Parque Nacional Huascarán, Yungay. Foto: Promperú

Minería a los pues del Huascarán

La diversidad ambiental que rodea los nevados en la Cordillera Blanca también conserva valiosos recursos para la minería en el parque nacional, así como en varias áreas protegidas del país que se debaten entre la conservación o el acceso a las actividades extractivas.
“Constantemente tenemos que estar retirando a gente que se mete al área intentando hacer minería, pero que no se puede formalizar”, indicó Ramírez, dado que la legislación prohíbe esa actividad en zonas naturales protegidas.
El alza de los precios de los minerales ha provocado que muchos mineros informales ingresen al parque para intentar reabrir antiguos socavones que se explotaron entre los años 1600 y 1800.
Sin embargo, hay al menos cuatro minas en funcionamiento dentro del parque, cuyos permisos de actividad son anteriores a la creación del parque nacional, y que extraen cobre, zinc, plomo y plata de las entrañas de la Cordillera Blanca.
“Todas las minas son un pasivo para nosotros y desgraciadamente no tenemos las herramientas legales para supervisarlas, ni somos el ente competente para pedirles que retiren su basura”, expresó Ramírez sobre las dificultades para eliminar los desechos mineros.


Lagunas Chinancoha o laguna hembra y Orcococha o laguna macho, de Llanganuco. Foto: Promperú
Lagunas Chinancoha o laguna hembra y Orcococha o laguna macho, de Llanganuco. Foto: Promperú


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