Braganza, una ciudad fronteriza testigo de la historia
Braganza brinda su historia, con las páginas de gloria y sufrimiento de un pueblo leal, luchador y de fuerte identidad, que recibe a los visitantes con los brazos abiertos.
Con una población de unos 25.000 habitantes, en ella viven cerca de 2.000 ciudadanos extranjeros y es uno de los municipios portugueses de mayor extensión, dentro de la comunidad intermunicipal de Tierras de Tras os Montes, ubicada en la Región Norte de Portugal, que limita con la ciudad española de Zamora al este y al norte.
Recorriendo la historia
Fundada en el siglo II a. de C., los celtas le dieron el nombre de Brigantia, que es el origen de su gentilicio, brigantino/a, que posteriormente se latinizó como Braganza.
Con un área geográfica muy amplia, la ciudad es testimonio vivo de los pueblos que la habitaron desde sus orígenes, como suevos y visigodos y la notable presencia romana.
Braganza constituye la principal población de esta provincia, que junto con Vila Real forman la región de Tras os Montes y es historia de Portugal e historia por sí misma gracias a su gran patrimonio arquitectónico, con su castillo al frente, nueve museos, desde el dedicado a la lengua portuguesa, único en el país, hasta uno militar y su más conocido Museo Ibérico de la Máscara.
Quizás también es muy conocida debido a que el señorío de Braganza, que reinó desde el año 1640 hasta la implantación de la República en 1910, llevó el nombre de los Braganza a varias casas reales europeas y dio el apoyo esencial a la formación del reino de Portugal.
Braganza, tierra fronteriza
Braganza, tierra fronteriza, con su posición geoestratégica, es seña de identidad histórica, ciudad segura donde apenas existe la delincuencia; es arqueología, arte, centro de ciencia, teatro, naturaleza, ríos salvajes de aguas limpias, rocas milenarias, gastronomía de elaboración simple y sabor exquisito y genuino. Además es patrimonio ecológico, con sus jardines y espacios verdes, además de sus destacadas fiestas tradicionales y su diversidad cultural.
Deambular por sus calles es mucho más que un simple paseo, es recorrer la historia, es, pisada a pisada, sentir la evolución que revela la voluntad y persistencia humanas.
Para entrar en su ciudadela, que estaba dotada de un sistema defensivo de murallas que encierran auténticos tesoros arquitectónicos, podemos acceder por la Puerta del Sol, abierta al este del recinto fortificado, donde destacan las murallas del castillo, la elegante Torre del Homenaje, la iglesia de Santa María, ”Domus Municipalis” y el Pelourinho (picota).
Imagen de la nave principal de la iglesia de Santa María en la ciudadela de Braganza. Foto: Antonio Sá (Turismo de Braganza)
También se pueden programar estupendas visitas guiadas. Dispone de buenos establecimientos hosteleros, además de casas turísticas para disfrutar de turismo rural y de naturaleza. Sus dos vuelos diarios desde Lisboa, la capital del país, la acercan al viajero. Además dispone de un aeropuerto que dista solo 8 kilómetros al centro de la ciudad.
Las máscaras
Su Museo Ibérico de la Máscara y del Traje, inaugurado el 24 de febrero del 2007, es el resultado de la cooperación transfronteriza entre el municipio de Braganza y la Diputación de Zamora.
Situado en el interior de la ciudadela, nació con el propósito de divulgar las tradiciones relacionadas con la fiestas de invierno durante los Saturnales (celebraciones romanas en honor a Saturno, dios de la agricultura) y las Dionisiacas o Bacanales, dedicadas al dios del vino.
Museo de la Máscara y del Traje de Braganza. Foto: Diego Caballo
Las figuras diabólicas, unión entre el mundo de las bestias y el mundo humano, celebran un tiempo renovado y la llegada de la primavera, con la promesa de abundantes cosechas. También es un rito de transición entre la adolescencia y la edad adulta.
Las tres plantas del edificio permiten al viajero contactar en cualquier momento del año con una multiplicidad de fiestas, personajes y rituales en los que la máscara asume el papel fundamental.
El visitante entra en contacto con los personajes recreados por los caretos expuestos y puede, además, llevar el ritmo de la música tradicional de fondo y contemplar numerosas fotografías y objetos expuestos relacionados con la tradición, que se remonta a la antigüedad pagana, cuando se conmemoraba un nuevo ciclo de la naturaleza al alcanzarse el solsticio de invierno, donde se funde misterio y magia muy vivas en el alma de sus gentes.
Otros museos
Otro de los museos que muestran con más orgullo los naturales de Braganza es el del Abade de Baçal, fundado en 1915, que se encuentra en el edificio del antiguo Palacio Episcopal y pretende dar a conocer la historia religiosa, social, política, económica y artística del nordeste transmontano y la memoria de este antiguo Palacio Episcopal.
También están documentados la prehistoria y protohistoria de la región a través de artefactos y otros objetos de las sociedades recolectoras y metalúrgicas.
Son testigos de esta romanización las estelas funerarias, aras, miliarios, instrumentos agrícolas, cerámicas y objetos de adorno.
En este museo podemos disfrutar de la contemplación de joyas y numismática de los siglos XVIII y XIX y de un conjunto de muebles de gran interés.
Imagen de la entrada a una taberna típica de Braganza. Foto: Diego Caballo
El Centro de Interpretación de la Cultura Sefardí pretende dar a conocer las experiencias de los judíos sefardíes que se establecieron en esta región y la preservación de las vivencias de las comunidades judías y cuya memoria se mantiene viva en el tiempo.
Y su Museo Militar, inaugurado el 22 de agosto de 1983, se encuentra instalado en la Torre de Menagem del Castillo. Ocupa todo el interior de la torre y está distribuido en cinco plantas y se puede contemplar la evolución del armamento ligero que pertenecía al ejército portugués entre los siglos XII y la primera mitad del siglo XX.
También posee una colección de objetos recaudados en campañas militares realizadas en África.
Braganza y Zamora. España y Portugal, dos países separados – o unidos – a veces solo por un rio o una montaña. Dos países que forman la península Ibérica y que tanto tienen en común.
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