Las Islas Baleares por la “ruta de la sal”
Miles de años hace que los habitantes de Baleares extraen sal de las aguas del Mediterráneo, una actividad que forma parte de su Patrimonio Natural y Cultural y que ha dejado su huella en los paisajes. Y la flora y la fauna aportan su granito de arena en ese paisaje de las salinas.
Las montañas se cubren de blanco y se convierten así en una irresistible atracción para miles de aves migratorias. Además, la vegetación se abre paso alrededor de esas balsas de sal y todo ello dibuja un auténtico espectáculo paisajístico.
Montañas blancas en las salinas d’Es Trenc. Foto: Efetur: Cedida por la Agencia de Turismo Baleares
Por eso, estos salineros descubren al viajero los más antiguos secretos del arte de la producción de sal y les ofrecen disfrutarlos al mismo tiempo que otras actividades como la observación de aves.
Y, si bien no existe una ruta propiamente dicha por estos paisajes tan especiales, sí podemos elaborar nuestro propio itinerario, bien para conocer las principales salinas del archipiélago, bien para tenerlas en cuenta como visita imprescindible durante un viaje a cualquiera de las islas.
Casi 25 siglos de historia de la sal en Mallorca
Algunos restos arqueológicos mallorquines han confirmado que se extraía sal allí en el siglo IV a.C. y se sabe que existieron salinas por todo el territorio balear, aunque son las Salinas d’Es Trenc -que actualmente aún permanecen activas- las que se consideran como las más relevantes. Se encuentran en la zona sur de Mallorca y ocupan unas 172 hectáreas de la zona protegida del Salobrar de Campos en las que se producen alrededor de 10.000 toneladas de sal al año a donde llegan para repostar y alimentarse 170 especies de aves.
Es un magnífico ejemplo de cómo la mano del hombre puede actuar de manera sostenible con la naturaleza, cómo puede generar, además de su producción industrial, ecosistemas tan valiosos que son dignos de protección.
Se trata de un gran circuito de balsas cuya función es aumentar la concentración de sal en el agua, que llega hasta ellas desde la playa de Es Trenc a través de un canal. Se renovaron en las décadas de los 40 y 50 del siglo XX y desde entonces se siguen utilizando las técnicas tradicionales: la materia prima es el agua del mar y las principales fuentes de energía, el sol y el viento.
Extracción de flor de sal en las salinas de Es Trenc, en Mallorca. Foto: Efetur (Cedida)
Las balsas más pequeñas de esta salina producen la conocida como flor de sal, que son cristales con forma de flor que flotan en el agua y que se recogen de manera artesanal. Estos cristales constituyen la sal más pura, pues tiene oligoelementos necesarios para el organismo humano. Además, en los últimos tiempos se ha convertido en la sal más apreciada por los grandes chefs.
Hay visitas guiadas programadas -de unos 40 minutos- para que el viajero pueda conocer las salinas d’Es Trenc todos los días, en diferentes horarios. Pero hay otras salinas en Mallorca que también se pueden visitar, como las salinas dels Estanys.
Las salinas y las aves
En Menorca, que es desde 1993 Reserva de la Biosfera, también encontramos salinas dignas de conocer, como Ses Salines Noves de Fornells y las salinas de Addaia y Mongofra.
Las primeras, que datan del siglo XIX y fueron construidas durante la dominación inglesa, pasan por un proceso de recuperación desde el año 2012 con el doble objetivo de obtener flor de sal y de que los turistas puedan visitarlas. Entre junio y agosto abren al público que, a través de una visita guiada, descubre el proceso de producción de la flor de sal, su historia y la riqueza de la fauna y la flora que habitan la Reserva.
Parque Natural de Ses Salines, uno de los destinos de avistamiento de aves en Baleares. Foto: Efetur/BalearsNatura.com
Las salinas de Addaia y Mongofra están actualmente en desuso pero tienen un gran interés medioambiental. Datan del siglo XIX y ambas están separadas entre sí por una franja de tierra por la que hoy pasa la carretera a Mongofra Nou. A la izquierda de esta vía en dirección al mar están las salinas de Addaia que son las más antiguas y las de mayor superficie (16.000 metros cuadrados). A la derecha están las de Mongofra, de 2.800 metros cuadrados.
Estos paisajes salineros son en Menorca, como sucede en Mallorca, escenario de la vida de millones de aves y forman parte de los muchos lugares que hay en la isla cuya protagonista es la naturaleza. De ahí que se encuentren entre los destinos menorquinos para el avistamiento de aves, junto con otras zonas de las muchas que hay en los 700 kilómetros cuadrados de la isla que permiten admirar todo tipo de especies en entornos muy diferentes.
También en las Pitiusas
Esta ruta de la sal puede continuar en Ibiza. La isla del movimiento hippy, de la diversión y la vida nocturna, vio cómo los cartagineses iniciaban allí la producción de sal allá por el siglo V a. C. Esas salinas fueron aprovechadas después por los distintos pobladores que llegaron y en 1871 pasaron a manos privadas.
Las salinas de Fornells. Foto: Efetur/Cedida por Agencia Turismo Islas Baleares
Ahora, esas salinas se integran en el Parque natural de las Salinas de Ibiza y Formentera pero admiten la visita de los viajeros, que pueden recorrer los estrechos caminos que separan las balsas y acudir también al centro de interpretación del parque -está junto a la iglesia de Sant francesc de l’Estany, al comienzo de las salinas- para conocer su valor tanto ecológico como económico.
El mismo parque natural incluye las salinas de la pequeña Formentera, muy próximas a otras zonas de gran belleza como las lagunas de S’Estany des peix, Estany pudent y la Bassa de S’Espalmador.
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