Villafranca del Bierzo, el lugar que eligieron los ‘monjes negros’


Hablar de Villafranca del Bierzo, en León, es hablar de una localidad histórica en la que el viajero encuentra muchos alicientes. Cultura, naturaleza, gastronomía, buenos vinos… Todo ello precedido por ese inconfundible paisaje del Bierzo Bajo…

El origen de Villafranca está asociado a la fundación del Monasterio de Santa María de Cluniaco o Cruñego y al asentamiento en estas tierras de los conocidos como monjes negros -pertenecientes a la Orden de Cluny– en 1070, cuando reinaba por aquellos lares Alfonso VI.

El objetivo de estos monjes -que, según indican en el Ayuntamiento de Villafranca del Bierzo fueron quienes introdujeron en la zona el cultivo de la vid- era atender a los peregrinos franceses que hacían el camino para visitar la tumba del Apóstol Santiago. Ese fue el motivo de su decisión de establecerse en la zona.

Anteriormente, estas tierras fueron habitadas por tribus astures que vieron cómo el Imperio Romano se instaló en ellas atraído por las explotaciones de oro que se situaban a lo largo del río Burbia. Y posteriormente fue también Villafranca lugar de residencia de nobles de la zona, lo que dejó numerosos palacios y casas solariegas que hoy son lugares de visita obligada.

Núcleo turístico

Hoy en día este destino luce convertido en una moderna villa, donde el turismo y la industria vinícola constituyen el principal motor económico. A esto se suma su carácter jacobeo, punto fundamental del Camino, y su rico patrimonio monumental. Todo ello ha convertido Villafranca del Bierzo en uno de los grandes polos turísticos de la provincia de León.

Entre los encantos que se cuentan por la localidad está, por ejemplo, la Plaza Mayor, presidida por la Casa Consistorial y el Teatro Villafranquino Enrique Gil y Carrasco, que constituye “uno de los más representativos escenarios de uso público”, con sus tradicionales soportales y edificaciones de estilos cronológicos diferentes.

Alrededor de la Travesía San Nicolás se encuentra el Convento de San Nicolás el Real, también conocido como el de los Padres Paules, construido en el siglo XVII. Su interior alberga el Museo de Ciencias Naturales y Etnográfico Padres Paules, que acoge una colección de piezas del mundo natural entre las que se encuentra “una de las mejores recopilaciones de conchas marinas del país”.

Jardines de la Alameda en Villafranca del Bierzo. Foto: Cedida por Cardinalia ComunicaciónJardines de la Alameda en Villafranca del Bierzo. Foto: Cedida por Cardinalia.

A pocos metros se encuentran los Jardines de la Alameda, un escenario de trazado romántico construido en 1882 donde se celebra cada año el certamen poético la Fiesta de la Poesía. Los Jardines, junto con el ciprés de La Anunciada, la glicinia de Viña-Femita y los magnolios de Luna Beberide, forman una ruta natural que permite admirar árboles monumentales.

Desde los jardines se vislumbra el ábside de la Colegiata de Santa María de Cluniaco, construida en el siglo XVI sobre el antiguo monasterio que dio origen a la villa. Mandada construir por Pedro de Toledo, Marqués de Villafranca y Virrey de Nápoles, se realizó en estilo gótico tardío con elementos renacentistas y barrocos, lo que la convierte en una pieza digna de visitar. Al otro lado de los jardines se levanta la fachada del Palacio de los Duques de Arganza, construido en el siglo XV.

Delante del Convento de San Nicolás el Real se encuentra la calle Jesús Adrán que nos conduce hasta la calle del Pozo y, después, a la famosa calle del Agua. Se trata de una arteria de carácter medieval donde se congrega una importante actividad comercial y que constituye una importante muestra de arquitectura barroca civil y religiosa. En esta calle, lugar de paso de los peregrinos que se dirigen a Santiago, encontramos palacios como el de los Marqueses de Villafranca y el de Torquemada; así como las Casas Torre o la Casa Morisca -lugar que vio a nacer al poeta romántico Enrique Gil y Carrasco-.

Antes de continuar con la visita, quizá lo más recomendable sea hacer un alto en el camino para disfrutar de unas tapas en cualquiera de los establecimientos que se agolpan alrededor de la Plaza Mayor. Y, posteriormente, sentarse a la mesa de uno de los restaurantes de la localidad para descubrir los sabores locales acompañadosw de los vinos de la D.O. Bierzo.

Iglesia de Santiago Apóstol en Villafranca del Bierzo. Foto: Cedida por Cardinalia Comunicación

Iglesia de Santiago Apóstol en Villafranca del Bierzo. Foto: Cedida por Cardinalia Comunicación

Podemos continuar nuestra ruta en la Iglesia de San Francisco de estilo románico-gótico, un antiguo convento franciscano del que solo se conserva la iglesia y cuya fundación se atribuye a la reina leonesa Doña Urraca. En su interior destaca el retablo mayor, los enterramientos funerarios representados en la Capilla de Ambrosio de Castro -con una impresionante bóveda-, y el coro plateresco. Y, desde aquí, se puede contemplar la iglesia de Santiago, sencilla construcción románica en la que destaca la Puerta del Perdón, “que es la única de todo el Camino, junto con la de la Catedral de Santiago, en la que se pueden ganar las Gracias Jubilares”, según fuentes del Ayuntamiento.

Entre los imprescindibles también está el Castillo-Palacio de los Marqueses de Villafranca que, construido en mampostería en el siglo XVI, cuenta con cuatro torreones situados en sus ángulos que “pone el toque regio” a este rincón urbano diseñado por calles empinadas, plazuelas y casas singulares.

Por último, merece la pena una visita al Barrio de los Tejedores, que debe su nombre a que en él habitaban antaño los trabajadores de la villa, en su mayoría dedicados a la manufactura textil. En la actualidad ofrece una curiosa muestra de la arquitectura popular de la zona, con construcciones con tradicionales balconadas de madera.

Las calles de Villafranca del Bierzo nos permiten descubrir otros tesoros patrimoniales como la iglesia de San Juan y los conventos de la Concepción, la Anunciada o La Laura.

Pero nos permiten también entrar en contacto con sus gentes, con sus costumbres y con su particular gastronomía. No olvidemos que El Bierzo puede presumir de una magnífica huerta, de excelentes vinos, de los famosos embutidos y carnes de León…
Vamos, que aquí es un placer sentarse a la mesa.

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