Chueca, de barrio de cuarteles militares y conventos a cuartel general LGTBI



Mucho antes de que Chueca fuese la zona por antonomasia del colectivo LGTBI y el epicentro del activismo de las minorías sexuales y de género, este barrio de Madrid vivía entre casas bajas, conventos y cuarteles militares, esperando a que llegasen los años 90 y floreciesen los colores del arcoíris.

Fue entonces cuando Chueca empezó a acoger entre sus vecinos y comerciantes a lesbianas, gais, transexuales y bisexuales, después de un periodo de oscuridad en el que la drogadicción había hecho de esta zona difícil de delimitar perteneciente al barrio de Justicia, un desierto marginal desde la década de 1970.

Para todos ellos, y tras otro periodo de ostracismo y oscuridad, Chueca, que empezó a denominarse barrio a pesar de no tener oficialmente esta categoría, supuso un refugio que abría la puerta a la esperada visibilidad.

Tanto ha llovido desde entonces y tanto se ha transformado el barrio oficioso y la lucha del colectivo que, ahora, coincidiendo con el Orgullo, unas visitas guiadas ponen memoria a las calles que han pasado de estar desoladas a revivir gracias a asociaciones y locales LGTBI.
“Organizamos las visitas para meter más memoria en el Orgullo, para que no sea solo fiesta y potenciar su dimensión cultural”, explica en declaraciones a Efe el antropólogo e historiador Nacho Domínguez, guía de estas visitas gratuitas que ha organizado la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (Felgtb) y que patrocina la empresa municipal Madrid Destino.
Bajo inscripción previa, los tours ‘Chueca, la memoria histórica LGTBI de Madrid’ empiezan a las siete de la tarde, y aún quedan dos sesiones en esta edición para los próximos jueves y viernes.

Visitas con carga histórica

“Este año las visitas tienen más carga histórica porque la Felgtb celebra el año temático de personas mayores LGTB y de la memoria histórica”, apunta Domínguez, que explica que es el segundo año que se organizan las visitas, y que en 2018 se ofertaron tres tours, mientras que este año la cifra ha pasado a cuatro.

Alrededor de noventa personas, a razón de una media de treinta por sesión, se pusieron las gafas de la historia el pasado Orgullo para mirar con otros ojos una de las zonas más famosas de Madrid. Este año la previsión es que se mantenga la dinámica y que en torno a 120 madrileños y turistas descubran los secretos de Chueca.

Infantas, Hortaleza, plaza de Pedro Zerolo, Libertad, Augusto Figueroa, plaza de Chueca, Gravina, plazuela de la Memoria Trans y Pelayo son los límites de este recorrido que empieza en Fuencarral echando imaginación y visualizando la travesía sin edificios a los lados y cambiándolos por densos bosques, cuando Fuencarral no era una calle, sino el camino hacia el pueblo con ese mismo nombre.

Corría el siglo XVII y ocurría lo mismo con la paralela calle de Hortaleza, camino entonces al pueblo con ese nombre, en un barrio que se estructuraba en casas bajas con solares que hacían las veces de mercados y que comenzaría a cambiar a raíz de la construcción de Gran Vía y las desamortizaciones del XIX.
Donde ahora hay plazas, antes había conventos y cuarteles, como ocurre con la que homenajea a uno de los artífices del matrimonio igualitario en España, Pedro Zerolo, en la que antaño se erigía un convento de monjes capuchinos.

El resurgir, en los años 80 de mano del colectivo LGTBI

Recorriendo las estrechas aceras arropadas por la sombra bajo el sol de julio, Domínguez narra la transformación de Chueca seguido de un nutrido grupo de curiosos que escucha cómo los colectivos y asociaciones empezaron a asentarse en los años 80.
Llegaba la crisis del VIH a España, y entidades como el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (Cogam), fundado en 1986, comenzaron a prestar los servicios que la administración no reconocía.
El matrimonio entre Chueca y el colectivo LGTBI comenzaba a forjarse, aunque el “sí, quiero” definitivo llegaría en la última década del siglo XX gracias a los bajos precios que dejaba tras de sí la marginalidad del barrio.
Celebración en la plaza de Chueca de Madrid el inicio de las fiestas del Orgullo Gay. Foto: EFE/Zipi
Celebración en la plaza de Chueca de Madrid el inicio de las fiestas del Orgullo Gay. Foto: EFE/Zipi


Tan reciente es esa unión, que la primera manifestación LGTBI de Madrid, de 1978, se celebró en las afueras de El Retiro, donde se reivindicó la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social y que se dejase de llamar “vagos y maleantes” a un colectivo perseguido durante la dictadura. La plazuela de la Memoria Trans sirve como alto en el camino para detenerse en ese momento histórico.


De vuelta a Hortaleza, de las últimas paradas es Berkana, librería LGTBI fundada por Mili Hernández en 1993 y que un par de años después colocó en Chueca la primera bandera arcoíris para que el colectivo conquistase definitivamente un barrio que volvió a llenarse de color tras años de oscuridad.
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